

Senén Barro advierte sobre la «delegación cognitiva» y el riesgo de dejar que la IA «piense por nosotros»
El director del CITIUS de la Universidad de Santiago de Compostela analiza el auge y los riesgos de la Inteligencia Artificial
La tercera semana de los Cursos de Verano de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) en la Sede Antonio Machado de Baeza (Jaén) ha contado con una de las voces más autorizadas en el campo de la Inteligencia Artificial (IA), Senén Barro, director del Centro de Investigación en Tecnologías Inteligentes (CITIUS) de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), pionero en el estudio y desarrollo de esta disciplina desde hace cuatro décadas, que ha participado como ponente en el encuentro Factoría de IA: explotación de modelos generativos en industria, empresa y administración.
Barro ha realizado una Introducción a la Inteligencia Artificial, con un recorrido que va desde los orígenes de la IA, en los años 40, hasta la actualidad, marcada por lo que califica como «un auténtico boom».
El investigador recuerda la conjetura que inspira el campo desde sus inicios, la idea de que «cualquier detalle del aprendizaje, de la memoria o de la inteligencia de los seres vivos puede ser simulado computacionalmente con el nivel de detalle necesario».
Sin embargo, subraya que esa hipótesis sigue sin resolverse, «no sabemos si eso es suficiente para tener una inteligencia artificial equivalente a la humana, ni siquiera si es necesario, porque podrían existir formas de inteligencia diferentes e incluso superiores».
El ex rector de la USC desataca que la expansión actual de la IA responde a una combinación de factores: el crecimiento exponencial de la potencia de cálculo, la disponibilidad de datos, la mejora de los algoritmos, la buena aceptación social y, sobre todo, la inversión privada.
Pero el investigador también alerta sobre los riesgos de este despliegue. En su opinión, el futuro de la IA dependerá de dos factores críticos: la gestión de sus impactos negativos y la solidez de la inversión privada. «Esa inversión no siempre es productiva, muchas veces es preventiva, para no perder el liderazgo. Si el retorno no llega, el soufflé podría implosionar», señala.
Entre los peligros más inmediatos, advierte sobre el potencial de la IA para alimentar la desinformación, el discurso de odio o la suplantación de identidades, así como para amplificar desigualdades económicas, educativas y laborales. Cita como ejemplo el creciente “desempleo tecnológico”, «Microsoft ha reconocido que entre un 20 y un 30% de su código ya está automatizado, y prevén llegar al 95% a final de la década. Aunque no se alcance esa cifra, con un 60% ya sería brutal».
No obstante, el aspecto que más preocupa a Barro es lo que denomina «delegación cognitiva», la tentación de dejar que las máquinas piensen por nosotros. «Nunca antes tuvimos herramientas que realizaran tareas cognitivas de medio y alto nivel como lo hacen hoy ChatGPT o Gemini. El riesgo es dejar que redacten, traduzcan o generen ideas en nuestro lugar. Si las usamos como apoyo, fantástico. Si dejamos que piensen por nosotros, mal», advierte el profesor.
Para el investigador, esta práctica es especialmente peligrosa entre los jóvenes, que podrían renunciar a desarrollar competencias esenciales como el pensamiento crítico, la comunicación o el trabajo colaborativo. «El precio a pagar es enorme, una vida profesional y personal sin las capacidades necesarias para adaptarse a las nuevas herramientas que, en cinco o diez años, serán distintas».
El profesor santiagués insiste en que los gobiernos no pueden delegar la regulación de la IA en las empresas que hoy marcan el ritmo de su desarrollo. «Es imprescindible una inversión pública sostenida que defina el tipo de inteligencia artificial que queremos, porque en ello se juega el futuro de la sociedad», subraya.
También apela a la responsabilidad individual, «cada uno de nosotros puede hacer mucho. No se trata de altruismo, sino de no resignarse a que una máquina piense, hable o escriba por nosotros. El lenguaje es la herramienta más poderosa que tenemos como especie, la que nos ha traído hasta aquí. Hay que cuidarlo».
Con un mensaje que combina admiración por los avances y advertencia sobre sus riesgos, Senén Barro recuerda que la IA «no es un fenómeno nuevo, sino una historia de más de 80 años», y que hoy, más que nunca, exige reflexión crítica, visión de futuro y compromiso colectivo.

Mujer en cinta de correr sobre fondo negro, un espectáculo teatral de Cultura Abierta en la UNIA para la Sede Antonio Machado de Baeza
