

Tomi Ojeda: «Yo empecé porque entendí que el arte podía transformar paradigmas sociales»
Alumna de la Escuela de Danza de la UNIA, la actriz, bailarina, performer y creadora lleva más de 30 años usando el arte como trinchera de conciencia y libertad
Su nombre oficial es largo, pero ella insiste en lo sencillo: «Llámame Tomi Ojeda». Así la conocen en Málaga, donde nació hace 65 años, y así la llaman en Madrid, la ciudad donde lleva más de tres décadas habitando el arte como quien habita una trinchera luminosa. «Yo empecé porque entendí que el arte podía transformar paradigmas sociales», dice con una convicción que se clava como un latido. Tomi es actriz, bailarina, performer, cantante, escritora y, sobre todo, una mujer que enarbola la dignidad como bandera.
En su voz no hay concesiones a la autocompasión. Ella prefiere hablar de creatividad, de respeto. Su vida y su carrera son la demostración de que el arte no se limita a entretener, denuncia, cuestiona, abre grietas en una sociedad que, en sus palabras, «sigue estando discapacitada» cuando no cumple sus propias leyes de accesibilidad, cuando todavía coloca muros donde deberían crecer escenarios.
Tomi rechaza con firmeza las etiquetas de arte inclusivo. No quiere que la reduzcan a una categoría. «Yo hablo de arte, de igualdad de oportunidades. Todos somos diversos, cada cual funciona a su manera. Lo único que necesitamos son herramientas para vivir en dignidad».
Ese espíritu crítico la llevó a fundar El Tinglao, una compañía que abrió caminos en la escena española. Con ella ha demostrado que la variedad de cuerpos y mentes no limita la creación, sino que la enriquece. Ojeda ha dado vida en escena a figuras como Medea, Teresa de Jesús o Liz. No se encasilla: su cuerpo entero es materia de creación. «Cuando me subo al escenario, ahí reivindico. Mi mensaje es vamos a quitarnos vendas. El arte es una herramienta muy fuerte de denuncia social. Un pueblo culto es un pueblo libre».
En su discurso aparece un término inventado por un amigo suyo, activista de los derechos humanos, ‘divertad’, mezcla de libertad y respeto. Para Tomi, esa es la clave, la dignidad humana pasa por reconocer la diversidad como riqueza, por escuchar al otro, ponerse en sus zapatos, cultivar la empatía. «El ser humano es diverso, y eso es lo que crea belleza. Lo que nos falta como sociedad es empatía, respeto y derechos humanos».
Su activismo la ha llevado a inspirarse en figuras como Pepe Mujica, ex presidente uruguayo. «Me hubiera encantado tomarme un café con él. Decía que no iba a poder hacer en política todo lo que soñaba, porque el capital no lo permitiría, pero insistió en dar herramientas a los jóvenes. Su legado es grande, vivir el tiempo vivido, no perderlo. Eso es lo que yo intento hacer también con el arte».
Ahora, en Baeza, Tomi participa como alumna en la Escuela de Danza de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) en la Sede Antonio Machado. Lo hace, dice, porque quiere seguir creciendo como intérprete. Disfruta del intercambio con profesorado y compañeros, del diálogo constante, de la heterogeneidad de acentos, países y costumbres. «Siempre se está aprendiendo de la gente que te cruzas en la vida», asegura con una sonrisa.
Y, lejos de detenerse, ya sueña con un nuevo proyecto: abrir un canal de YouTube llamado Mándame palabras, un espacio para reivindicar desde la empatía y el arte, para invitar a los espectadores a ponerse en el lugar del otro. «Tengo que reinventarme», afirma con esa terquedad suya que no conoce rendición.
Quien la escucha entiende pronto que lo suyo es un acto de resistencia diaria. Una artista que no acepta etiquetas, que asume la diversidad como belleza, que defiende el derecho a vivir sin barreras ni fronteras. «Mi obligación, primero como persona y luego como artista, es decir: no, basta», subraya.
Tomi Ojeda no quiere que la miren como ejemplo de superación, sino como lo que es, una creadora que ha hecho del arte un arma de conciencia y libertad. Y en esa lucha, en cada gesto sobre el escenario, late una verdad que emociona, que el arte, cuando nace del coraje y de la ternura, es capaz de transformar el mundo.

Tomi Ojeda: «Yo empecé porque entendí que el arte podía transformar paradigmas sociales»
