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Agentes de biocontrol: uso, tipos y marco actual

04 Julio 2025

Aunque el control biológico es una de las estrategias clave en la agricultura ecológica, su implantación sigue siendo marginal en muchos sistemas productivos. Incluso en fincas certificadas, los agentes biológicos representan una proporción reducida frente a métodos más convencionales o mixtos. Esta brecha no se debe a la falta de eficacia, sino a un uso poco adaptado al contexto, al desconocimiento técnico o a limitaciones operativas.

Entender qué organismos pueden actuar como agentes de biocontrol, cómo se integran en los agroecosistemas y qué factores condicionan su éxito es imprescindible para avanzar hacia una transición agraria real, coherente y sostenible. Este artículo recorre las claves técnicas y ecológicas que deben guiar su aplicación en campo, desde un enfoque riguroso y aplicable.

Qué son los agentes de biocontrol y por qué son una alternativa clave

Los agentes de biocontrol son organismos vivos utilizados en agricultura para reducir o eliminar plagas, enfermedades y otros organismos perjudiciales. Su acción se basa en procesos biológicos como la depredación, el parasitismo o la competencia, lo que los diferencia de los productos fitosanitarios de síntesis química. Al no dejar residuos y actuar de forma específica, contribuyen al equilibrio funcional del agroecosistema.

Se distinguen dos grandes grupos de organismos empleados como agentes de biocontrol:

  • Macroorganismos
    Insectos depredadores, parasitoides y otros enemigos naturales visibles, que actúan directamente sobre las plagas.

  • Microorganismos
    Bacterias, hongos, virus o nematodos que interfieren en el desarrollo de organismos patógenos o dañinos para los cultivos.

En ambos casos, su uso se ajusta a las condiciones del sistema productivo, teniendo en cuenta el cultivo, el entorno y las características ecológicas del territorio.

El biocontrol forma parte del manejo integrado de plagas (MIP), una estrategia agrícola que combina distintos métodos preventivos y de control, con el objetivo de mantener las poblaciones nocivas por debajo del umbral de daño sin depender exclusivamente de tratamientos químicos.

Tipos de agentes de biocontrol y sus mecanismos de acción

Depredadores: organismos que consumen directamente a sus presas

Los depredadores son agentes de biocontrol que actúan eliminando a sus presas mediante contacto directo y consumo activo. A diferencia de otros mecanismos biológicos, su efecto es inmediato: localizan al organismo objetivo, lo atacan y lo consumen en diferentes fases de su desarrollo. Este grupo incluye especies móviles y fácilmente observables, capaces de desplazarse por el cultivo en busca de alimento.

Funcionalidad biológica y comportamiento

Cada depredador puede eliminar múltiples presas a lo largo de su ciclo vital, lo que les confiere un alto potencial de control en condiciones ecológicas favorables. Su acción puede dirigirse a huevos, larvas o adultos, según la biología de la especie y el momento del ciclo de la plaga.

Este tipo de organismos resulta especialmente útil en sistemas agrícolas que conservan cierta complejidad estructural y mantienen una disponibilidad continua de recursos alimenticios. En cambio, su efectividad disminuye ante desequilibrios poblacionales, estrés ambiental o presencia de tratamientos fitosanitarios que afecten a su supervivencia.

Ejemplos representativos

Entre los depredadores más empleados en programas de control biológico destacan:

  • Coccinella septempunctata (mariquita): predador generalista que se alimenta de pulgones, cochinillas y otros insectos de cuerpo blando.

  • Amblyseius swirskii: ácaro depredador eficaz frente a trips, mosca blanca y ácaros fitófagos.

Ambos presentan una alta capacidad de búsqueda activa y muestran escasa incidencia sobre organismos auxiliares, lo que los hace compatibles con estrategias de manejo agroecológico.

Factores que condicionan su eficacia

La permanencia de estos agentes en el sistema depende en gran medida de las condiciones del entorno. Márgenes florales, vegetación refugio y la reducción del uso de insecticidas de amplio espectro favorecen su establecimiento y actividad. En cambio, en contextos simplificados o con manejo intensivo, su acción se ve limitada o incluso desaparece.

Parasitoides: control biológico desde dentro del huésped

Los parasitoides son insectos que desarrollan una parte de su ciclo vital en el interior o sobre el cuerpo de otro organismo, al que acaban provocando la muerte. A diferencia de los depredadores, no consumen múltiples presas: cada individuo completa su desarrollo a partir de un único huésped.

Ciclo biológico y modo de acción

El proceso comienza cuando la hembra identifica al organismo hospedador y deposita un huevo en su interior o sobre su superficie. Al eclosionar, la larva se alimenta del huésped desde dentro, degradando progresivamente sus tejidos hasta causarle la muerte. Esta estrategia puede dirigirse a diferentes fases de desarrollo del insecto plaga —como huevo, larva o pupa— en función de la especie parasitoide.

Muchas especies presentan una selectividad precisa respecto al tipo de plaga y al estadio que atacan, lo que permite aplicarlas en momentos muy concretos del ciclo biológico de la plaga.

Ejemplos representativos

Algunos géneros empleados habitualmente en control biológico son:

  • Trichogramma spp.: microhimenópteros especializados en la parasitación de huevos de lepidópteros.

  • Aphidius colemani: endoparásito que actúa sobre poblaciones de pulgones.

Estas especies se integran habitualmente en estrategias preventivas debido a su comportamiento específico y su capacidad de intervención temprana.

Condiciones para una aplicación eficaz

La eficacia de los parasitoides depende de una sincronización ajustada con la biología de la plaga objetivo. Factores como la temperatura, la humedad relativa o la duración del fotoperiodo influyen directamente en su desempeño. Liberaciones mal programadas o en condiciones poco favorables pueden reducir su impacto poblacional.

Aunque su actividad no es tan evidente como la de los depredadores, su acción puede ser decisiva en sistemas agroecológicos bien estructurados. Además, su facilidad de cría y la posibilidad de realizar liberaciones programadas los convierte en herramientas versátiles para programas de control biológico a distintas escalas.

Patógenos entomopatógenos: microorganismos que infectan y eliminan plagas

Los patógenos entomopatógenos son microorganismos que actúan como agentes de biocontrol al infectar y eliminar insectos u otros artrópodos plaga a través de procesos biológicos internos. Su eficacia reside en la capacidad de colonizar al huésped, multiplicarse dentro de su organismo y provocar su muerte. Este grupo incluye bacterias, hongos, virus y nematodos microscópicos.

Mecanismo de infección

La infección puede producirse por ingestión, contacto directo o penetración activa a través de la cutícula. Una vez dentro del huésped, el microorganismo se replica y genera toxinas o compuestos bioactivos que interrumpen funciones fisiológicas esenciales. Finalmente, el hospedador muere, y el patógeno puede dispersarse para iniciar nuevos ciclos de infección.

A diferencia de los macroorganismos depredadores o parasitoides, estos agentes suelen aplicarse mediante formulaciones líquidas, sólidas o esporuladas, con métodos similares a los tratamientos fitosanitarios, aunque con base biológica.

Ejemplos representativos

Entre los patógenos más utilizados destacan:

  • Bacillus thuringiensis (Bt): bacteria formadora de esporas que produce toxinas activas contra larvas de lepidópteros tras ser ingerida.

  • Beauveria bassiana: hongo entomopatógeno que penetra por la cutícula y coloniza internamente el cuerpo del insecto.

  • Baculovirus: virus altamente específicos que afectan a determinados grupos de insectos, especialmente en fase larvaria.

Estos organismos actúan sobre fases concretas del ciclo biológico de la plaga, lo que permite una intervención precisa y con bajo impacto ecológico.

Factores que condicionan su eficacia

La efectividad de estos agentes depende de múltiples factores ambientales, como la temperatura, la humedad relativa o la exposición a radiación ultravioleta, que pueden comprometer la viabilidad del patógeno. También influyen aspectos técnicos como la calidad del producto, la distribución uniforme sobre el cultivo y el momento de aplicación.

Aunque no producen un efecto inmediato, destacan por su elevada especificidad frente a fases concretas del desarrollo de la plaga y su escasa incidencia sobre especies no objetivo los convierten en herramientas estratégicas dentro de programas de control biológico selectivo.

Por tratarse de organismos vivos, su almacenamiento, formulación y aplicación deben realizarse bajo condiciones controladas para mantener su funcionalidad biológica.

Antagonistas microbianos: control indirecto desde la rizosfera

Los antagonistas microbianos son microorganismos que habitan en el suelo o en la rizosfera y que limitan el desarrollo de patógenos que afectan a las plantas. Su acción no se dirige a plagas animales, sino a hongos, bacterias u otros organismos fitoparásitos, que son inhibidos mediante competencia ecológica y procesos de exclusión biológica.

Mecanismos de acción

Estos microorganismos emplean diversas estrategias de control indirecto, entre las que se incluyen:

  • Competencia por espacio o nutrientes, bloqueando el acceso del patógeno a los recursos necesarios para su establecimiento.

  • Antibiosis, mediante la producción de metabolitos antimicrobianos que impiden el crecimiento o destruyen al organismo patógeno.

  • Micoparasitismo, en el caso de hongos que invaden y degradan directamente a otros hongos fitoparásitos.

  • Interferencia en la colonización radicular, reduciendo la capacidad del patógeno para acceder a la superficie de la raíz.

Estos mecanismos actúan en la interfaz suelo-raíz y contribuyen a mantener un equilibrio funcional en el microbioma edáfico, lo que favorece la salud vegetal a medio y largo plazo.

Ejemplos representativos

Entre los antagonistas más empleados se encuentran:

  • Trichoderma spp.: hongos con capacidad para competir por espacio, degradar estructuras fúngicas y estimular defensas locales en la planta.

  • Pseudomonas fluorescens: bacteria que produce compuestos inhibitorios y mejora la dinámica microbiana en la rizosfera.

Ambos se aplican como inoculantes o formulaciones de biofertilización, con efectos preventivos y de estabilización del ecosistema radicular.

Factores que condicionan su eficacia

La efectividad de estos agentes está estrechamente vinculada a la calidad biológica del suelo. Sistemas con alta biodiversidad microbiana, buena estructura y manejo sostenible favorecen su establecimiento. En cambio, suelos degradados, con bajo contenido de materia orgánica o sometidos a tratamientos químicos intensivos, limitan su capacidad de acción.

Dado que su acción no es directa sobre la plaga, exigen una estrategia preventiva que refuerce el sistema suelo-planta a medio y largo plazo, orientada a reforzar el sistema suelo-planta a lo largo del tiempo. Además, su formulación y aplicación deben seguir condiciones técnicas precisas de conservación y temperatura para asegurar su viabilidad.

Factores técnicos para su selección y uso en agricultura ecológica

Tipo de plaga, cultivo y sistema productivo

Plaga

  • El tipo de organismo define el enfoque: insectos, ácaros, nematodos, hongos o bacterias requieren estrategias distintas.

  • La fase vulnerable condiciona la elección del agente: huevo, larva, adulto o estructuras de resistencia.

  • Plagas muy localizadas exigen agentes específicos; las generalistas permiten soluciones más amplias.

Cultivo

  • Cultivos perennes permiten mayor permanencia del agente; los de ciclo corto requieren intervenciones puntuales.

  • El porte, la densidad y el estado fenológico afectan la cobertura y movilidad del biocontrol.

  • Algunos agentes solo funcionan bien en determinadas fases del cultivo (por ejemplo, desarrollo vegetativo vs. fructificación).

Sistema productivo

  • Campo abierto o invernadero: cambia el nivel de exposición, control ambiental y persistencia.

  • Tamaño de la explotación: define si se opta por manejo localizado, liberación masiva o estrategias conservativas.

  • Interacción con otras prácticas ya implantadas: el agente debe integrarse sin interferencias funcionales.

Condiciones ecológicas del entorno

Clima

  • Cada agente tiene un rango de temperatura óptimo.
    Algunos no actúan con frío; otros se inactivan con calor extremo.

  • La humedad relativa es clave.
    Hongos entomopatógenos necesitan ambientes húmedos; algunos ácaros fallan en condiciones saturadas.

  • La luz y el fotoperiodo afectan los ciclos reproductivos y la viabilidad de muchas especies.

  • La estacionalidad define cuándo aplicar y qué esperar de cada organismo.

Suelo

  • Los agentes que actúan en la rizosfera dependen de la calidad del suelo.

  • Suelos ricos en materia orgánica y microbiota activa favorecen la persistencia de microorganismos útiles.

  • pH extremos, laboreo frecuente o suelos degradados limitan su establecimiento y funcionalidad.

Biodiversidad local

  • La fauna auxiliar existente puede reforzar o interferir con el biocontrol.

  • La competencia o depredación entre especies puede anular introducciones externas.

  • Setos, márgenes y zonas refugio permiten la dispersión y asentamiento de agentes móviles.
    Cuanto más complejo sea el entorno, mayor será la estabilidad ecológica.

El entorno no solo afecta al rendimiento del biocontrol: condiciona qué agentes se pueden usar, cuándo aplicarlos y con qué expectativas.

 

Integración del biocontrol en sistemas agroecológicos diversificados

Rotaciones y policultivos

  • Rompen ciclos de plagas y aumentan la diversidad del sistema.

  • Favorecen la presencia de enemigos naturales.

  • Obligan a ajustar el tipo de agente según el cultivo y el momento.

Cubiertas vegetales y refugios

  • Dan alimento y refugio a depredadores y parasitoides.

  • Ayudan a mantener la microbiota del suelo para microorganismos beneficiosos.

  • Mal gestionadas, pueden atraer fauna no deseada.

Setos, márgenes y conectividad

  • Permiten el movimiento y asentamiento de agentes móviles.

  • Su ausencia limita el biocontrol conservativo.

  • Cuanto más conectado esté el paisaje, mayor estabilidad ecológica.

Manejo del suelo

  • El laboreo intenso destruye refugios y reduce poblaciones auxiliares.

  • El manejo regenerativo y el uso de compost y bioinsumos favorecen la vida microbiana útil.

  • La mínima alteración del suelo mejora la persistencia de agentes edáficos.

Limitaciones y retos en su implementación a campo abierto

Variabilidad ambiental y eficacia inestable

La eficacia del biocontrol varía según el clima, el tipo de suelo y otros factores ecológicos. Cambios imprevistos en temperatura, humedad o equilibrio biológico pueden reducir su efecto. Esto dificulta su adopción a gran escala, especialmente en entornos heterogéneos.

Acceso limitado a insumos y asesoramiento

No todos los agentes están disponibles para todos los cultivos o regiones. Su transporte y conservación requieren condiciones técnicas específicas. Además, muchos productores carecen de asesoramiento técnico fiable para aplicarlos correctamente.

Déficit de formación y transferencia técnica

Existe una brecha entre el conocimiento científico y su aplicación en campo. Muchos agricultores desconocen cómo seleccionar, manejar o combinar estos agentes. La escasez de personal técnico especializado ralentiza su integración práctica.

Costes, logística y percepción del productor

El coste inicial puede ser más alto que el de los tratamientos convencionales. Al no ofrecer resultados inmediatos, generan dudas sobre su efectividad. En muchos casos, la falta de experiencias cercanas dificulta su aceptación por parte del agricultor.

Regulación y certificación del biocontrol en el marco europeo

El control biológico en la UE está regulado por el Reglamento (CE) 1107/2009, que exige evaluar cada organismo por su eficacia, seguridad y efectos ambientales. En España, la autorización depende del Ministerio de Agricultura, a través de la Dirección General de Sanidad de la Producción Agraria.

En producción ecológica, solo se permiten organismos incluidos en el Reglamento (UE) 2018/848. Su uso puede influir en el acceso a ayudas agroambientales dentro de la PAC.

El marco actual es complejo y costoso, con procedimientos diseñados para productos químicos más que para organismos vivos. Esto limita la innovación y ralentiza la incorporación de nuevos agentes a la agricultura ecológica profesional.

¿Es posible intervenir sin formación técnica?

El control biológico es una herramienta compleja, dinámica y profundamente técnica. Aplicarlo con éxito exige mucho más que buena voluntad: requiere comprender procesos ecológicos, conocer los organismos implicados y tomar decisiones ajustadas al entorno y al sistema de cultivo.

Especializarse permite:

  • Diagnosticar correctamente problemas sanitarios en base ecológica, evitando tratamientos innecesarios.

  • Seleccionar agentes de biocontrol adecuados, según criterios técnicos, normativos y de eficacia.

  • Integrar estos métodos en sistemas agroecológicos diversificados, maximizando sinergias y evitando interferencias.

  • Evaluar la viabilidad económica y logística de cada estrategia en distintos contextos productivos.

  • Conocer la normativa europea y las vías de certificación, clave en producción ecológica profesional.

Formarse es asumir que la sostenibilidad requiere conocimiento. Solo desde una base sólida es posible intervenir con rigor, aportar valor real y contribuir a transformar el modelo agrícola.
Puedes consultar el Máster Universitario en Agricultura y Ganadería Ecológicas de la Universidad Internacional de Andalucía para conocer en detalle cómo desarrollar esta especialización.

Transformar la agricultura empieza por comprenderla.