Técnicas de eliminación de microcontaminantes
Más de 25.000 compuestos químicos han sido identificados en aguas residuales europeas en la última década, según datos del ECHA y del Joint Research Centre. La mayoría no están regulados ni eliminados por los sistemas convencionales de tratamiento. Se trata de microplásticos, PFAS, restos de fármacos y otros contaminantes emergentes que, pese a su baja concentración, presentan una alta persistencia ambiental y efectos tóxicos acumulativos.
Ni decantación, ni cloración, ni tratamientos biológicos logran detener su avance. Estos compuestos atraviesan las plantas de depuración, llegan a acuíferos y redes de agua potable, y ya han sido detectados en organismos vivos, incluidos humanos. Su presencia ha dejado de ser un tema de investigación para convertirse en un problema técnico prioritario.
Este artículo aborda cómo se está transformando el tratamiento del agua en Europa ante este nuevo reto invisible. Tecnologías, normativa y perfiles técnicos entran en juego en un escenario que exige respuestas urgentes y profesionales preparados.
El nuevo reto del agua en 2025: microcontaminantes invisibles
El término microcontaminantes invisibles agrupa dos tipos de compuestos que, aunque diferentes en origen y comportamiento, comparten un mismo reto técnico: no son eliminados por las tecnologías convencionales de depuración.
- Microplásticos: fragmentos sólidos de polímeros sintéticos menores de 5 mm. Proceden del desgaste de textiles, envases, pinturas, cosméticos o procesos industriales.
- Contaminantes emergentes: incluyen sustancias como los PFAS (perfluoroalquiladas), fármacos, pesticidas y disruptores endocrinos, presentes en concentraciones muy bajas pero con gran persistencia y actividad química.
Su resistencia a los tratamientos actuales se explica por sus propiedades físico-químicas:
- Los microplásticos flotan o se mantienen en suspensión, dificultando su eliminación por filtración o decantación.
- Los compuestos emergentes son solubles, estables y poco biodegradables, por lo que atraviesan los procesos biológicos y químicos sin alterarse.
Como resultado, muchas aguas “tratadas” mantienen niveles detectables de estos contaminantes, lo que plantea riesgos ambientales y sanitarios significativos. A esto se suma la falta de una regulación clara y uniforme que exija su control sistemático en todo el territorio europeo.
Impactos ambientales y sanitarios
Los microcontaminantes invisibles ya están presentes en ríos, embalses, acuíferos y aguas potables de toda Europa. También se han detectado en organismos acuáticos y en tejidos humanos.
- Los microplásticos, al ser ingeridos por peces y otras especies, pueden fragmentarse en nanoplásticos que atraviesan membranas celulares y se acumulan en órganos.
- Los PFAS, llamados “químicos eternos”, no se degradan en el medio ambiente. Se han hallado en sedimentos, fauna silvestre y muestras de sangre humana.
Estos compuestos no solo persisten, sino que interfieren con procesos biológicos fundamentales. Muchos actúan como:
- Disruptores endocrinos, alterando la regulación hormonal.
- Agentes que provocan inflamación crónica y toxicidad hepática.
- Posibles carcinógenos, según diversos estudios.
Su capacidad de bioacumulación agrava el impacto: pequeñas dosis se concentran progresivamente en organismos y ecosistemas, multiplicando los efectos a largo plazo.
La evidencia científica es clara. Aunque algunas investigaciones están en curso, el debate ya no está en si suponen un riesgo, sino en cómo eliminarlos antes de que generen daños irreversibles.
Presión normativa desde la UE
La Unión Europea ha situado los microcontaminantes como una prioridad legislativa. En 2024 se aprobó la revisión de la Directiva de Aguas Residuales Urbanas, que obliga a las grandes depuradoras a incorporar un tratamiento cuaternario. Su función: eliminar fármacos, PFAS y otros contaminantes persistentes antes del vertido.
En paralelo, la Directiva de Agua Potable ha endurecido los límites permitidos para los PFAS. Y se ha activado la responsabilidad ampliada del productor, que traslada parte del coste a los sectores farmacéutico y cosmético.
La base científica es clara. Análisis recientes demuestran que muchas aguas tratadas siguen conteniendo contaminantes invisibles, lo que refuerza la presión para actualizar infraestructuras y procesos.
Ante este escenario, la UE avanza en tres líneas clave:
- Normas más estrictas para la calidad del agua.
- Financiación pública para innovación en tratamiento.
- Exigencias técnicas para empresas e instalaciones.
El cambio regulatorio no es futuro: ya está en marcha, y exigirá soluciones técnicas específicas y profesionales capacitados para aplicarlas.
Tecnologías aplicadas a la captura de microplásticos
Eliminar microplásticos del agua plantea un reto técnico distinto al de los contaminantes disueltos. Aquí no se trata de transformar moléculas, sino de retener físicamente partículas sólidas de tamaño reducido que flotan o permanecen en suspensión. Su naturaleza hidrofóbica, su variedad morfológica y su capacidad para escapar de los procesos convencionales complican su eliminación en plantas de tratamiento urbanas e industriales.
Estas partículas, inferiores a cinco milímetros, proceden de fuentes diversas: desgaste de textiles, cosméticos, materiales plásticos o procesos industriales. Aunque no se disuelven en el agua, su comportamiento en flujo dificulta su separación. La decantación tradicional no las retiene, el tratamiento biológico no las degrada y la cloración no las afecta. Por eso, su captura exige tecnologías específicas basadas en barreras físicas, procesos de adsorción selectiva y sistemas inteligentes de separación.
Entre las soluciones más relevantes destacan:
- La adsorción magnética con nanopartículas, una técnica emergente que utiliza óxidos de hierro para adherirse a los microplásticos y facilitar su extracción mediante campos magnéticos. Proyectos como Captoplastic han demostrado su eficacia con tasas de eliminación de hasta el 90 % en condiciones reales.
- Las tecnologías de membrana, como la ultrafiltración y la nanofiltración, que actúan como barreras de alta precisión para retener partículas micro y nanométricas. Son tecnologías consolidadas, adaptables a distintos caudales, pero que requieren mantenimiento técnico especializado.
- Los filtros de malla fina y sistemas de tamizado, aplicables en etapas de pretratamiento, que permiten interceptar partículas mayores de forma mecánica. Aunque su eficacia frente a nanoplásticos es limitada, son soluciones rentables y de bajo impacto operativo.
- Los sistemas de separación inteligente mediante IA, que combinan sensores ópticos, espectroscopía y algoritmos de aprendizaje automático para identificar microplásticos en tiempo real. Aunque aún en fase de validación, representan una línea de innovación que conecta con la digitalización ambiental.
Estas tecnologías no compiten entre sí, sino que suelen integrarse como soluciones complementarias dentro de esquemas de tratamiento más amplios. Para el profesional técnico, conocer sus principios, limitaciones y requisitos de implantación es clave para diseñar infraestructuras preparadas para cumplir con los estándares de calidad del agua que se están imponiendo a escala europea.
Este tipo de soluciones ya se contempla en proyectos de rediseño de EDAR, licitaciones públicas y estrategias técnicas de adaptación normativa.
Eliminación de PFAS y contaminantes persistentes
Los PFAS y otros contaminantes persistentes no se eliminan con filtros. No se retienen: hay que destruirlos. Son compuestos solubles, estables y resistentes a la biodegradación. Por eso atraviesan los sistemas de depuración sin alterarse.
Las tecnologías más eficaces no los extraen, los transforman. El objetivo es su mineralización completa, sin dejar residuos activos en el agua.
Entre las líneas de trabajo más avanzadas están los procesos de oxidación avanzada (AOP):
- Ozonización: inyección de ozono como oxidante directo o generador de radicales libres.
- UV con peróxido de hidrógeno (UV/H₂O₂): rompe contaminantes orgánicos persistentes con luz y oxidantes.
- Fotocatálisis solar: activa materiales semiconductores con luz natural. Se ha probado en condiciones reales con catalizadores soportados en espumas cerámicas (UPM y Plataforma Solar de Almería).
También se está desarrollando el uso de reactores electroquímicos, que inducen oxidación mediante corriente eléctrica. Permiten tratamientos como electrólisis avanzada o electro-Fenton. Son efectivos, pero requieren alta energía y materiales resistentes.
Otra vía emergente son los nanomateriales reactivos y adsorbentes, como óxidos metálicos, arcillas modificadas o estructuras tipo MOF. Aún en evaluación para su uso a gran escala, ofrecen ventajas por su especificidad y bajo impacto secundario.
Un caso destacado de integración tecnológica es el sistema ForeverGone™, validado en EE. UU., que combina fraccionamiento por espuma y oxidación electroquímica para eliminar PFAS en una única instalación.
Todas estas tecnologías responden a una necesidad concreta: cumplir con los nuevos requisitos legales europeos en calidad del agua. Requieren perfiles técnicos con conocimiento en química ambiental, diseño de procesos y evaluación de impacto.
Integración técnica en infraestructuras ya operativas
Las tecnologías más recientes no requieren rediseñar por completo una planta. Muchas pueden acoplarse a sistemas existentes como fases adicionales, especialmente en el tratamiento terciario o postratamiento. Esta integración modular es clave para que las EDAR y las instalaciones industriales puedan adaptarse sin paralizar su actividad ni asumir costes estructurales desproporcionados.
El tipo de contaminante determina la combinación más adecuada:
- Para partículas sólidas (como los microplásticos), se aplican tecnologías físicas en etapas iniciales o intermedias.
- Para contaminantes disueltos (como los PFAS), los sistemas de oxidación avanzada se integran tras los procesos biológicos.
En plantas con caudales variables o composición fluctuante del agua, es habitual aplicar sistemas escalables o unidades móviles que permiten ajustar la intensidad del tratamiento según necesidad.
Los principales desafíos técnicos siguen estando en el consumo energético, el mantenimiento especializado y la gestión de residuos generados. Aun así, las soluciones más recientes ya contemplan diseños energéticamente optimizados y procesos combinados que reducen la huella operativa.
La implementación se está extendiendo especialmente en zonas donde las nuevas directivas europeas exigen eliminar microcontaminantes en poblaciones grandes o sectores industriales sensibles. Esto obliga a que los perfiles técnicos estén preparados para evaluar la viabilidad de integración tecnológica en distintos entornos, con criterio económico, normativo y ambiental.
Hacia dónde se mueve el sector: perfiles técnicos y oportunidades profesionales
El avance en tecnologías de tratamiento de agua no solo exige soluciones más eficaces, también transforma el perfil profesional que demanda el sector. Las competencias en química ambiental, diseño de procesos, inteligencia artificial aplicada o normativas europeas ya no son especializaciones, sino requisitos básicos para quienes trabajan en depuración, saneamiento o consultoría ambiental.
El mercado laboral busca perfiles capaces de integrar innovación técnica, análisis de impacto y adaptación normativa. Las oportunidades se concentran en áreas como:
- Investigación aplicada en universidades, centros tecnológicos y proyectos europeos.
- Diseño y evaluación de tecnologías en empresas de ingeniería y servicios ambientales.
- Implementación normativa en entidades gestoras del agua y administraciones públicas.
La demanda crece especialmente en ámbitos vinculados a los fondos europeos, licitaciones de adaptación de EDAR, y estrategias de sostenibilidad impulsadas por la nueva legislación.
El Máster en Tecnología Ambiental de la Universidad Internacional de Andalucía responde a esta transformación. Ofrece formación especializada en tecnologías de depuración, tratamiento de contaminantes emergentes, gestión normativa y digitalización ambiental, combinando docencia técnica con casos reales y un claustro experto.