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Una puerta a la especialización en Derecho Societario

¿Te dedicas al derecho? ¿Estás pensando en especializarte? Hoy te hablamos sobre una de las ramas de derecho con más proyección: el Derecho Societario.

Hoy en día el derecho es uno de los campos con mayor empleabilidad. Según el Instituto Nacional de Estadística, la tasa de actividad en Ciencias Sociales y Jurídicas es superior al 92%. Además, esta cifra aumenta si se cuenta con un estudio de posgrado, de ahí la importancia que le damos en la Universidad Internacional de Andalucía a esta rama y su especialización en distintos campos.

El derecho Societario (también conocido como derecho de sociedades, derecho corporativo o derecho empresarial) es una rama del derecho privado que regula las situaciones que afectan al empresario social, es decir, la sociedad como sujeto con personalidad jurídica. Esta sociedad se convierte en persona jurídica y tiene derechos y obligaciones en su propio nombre y no en nombre de sus socios.

Los expertos en este campo del Derecho Societario se encargan de que se cumplan las normas jurídicas y legislación que regula la actividad societaria. Estas leyes son cruciales para garantizar que las empresas funciones de manera justa, transparente y de acuerdo con los intereses de sus accionistas, empleados y la sociedad en general.

Vivimos en un mundo donde las empresas desempeñan un papel fundamental en la economía global y, por ello, en la UNIA somos conscientes de que el Derecho Societario se convierte en una herramienta esencial para proteger los derechos de todas las partes involucradas. Contamos con un Diploma de Especialización en Derecho Societario ¡que ya va por la 15ª edición!

La función económica del derecho societario

El espíritu que impulsa la regulación del derecho societario es ofrecer seguridad jurídica para la inversión, es decir, los particulares pueden constituir sociedades para desarrollar diversas actividades productivas mediante un contrato que les define como socios de un proyecto al que aportan recursos, conocimientos y competencias con el fin de crear un negocio.

La función económica del derecho societario es facilitar la inversión cuando los agentes económicos son varios. Los principios del derecho societario no se encuentran formulados formalmente en la legislación, pero se consideran implícitos. La finalidad es preservar el funcionamiento del capital social establecido y se rige por los siguientes principios:

  • Principio de determinación: el capital social debe estar expresamente señalado en el estatuto social
  • Principio de integridad: el capital debe estar íntegramente suscrito por los socios
  • Principio de desembolso mínimo: se requiere que el capital sea desembolsado en al menos la cantidad mínima exigida por ley
  • Principio de estabilidad: la cifra del capital no puede ser alterada sin previo cumplimiento de los requisitos establecidos
  • Principio de realidad: evita la creación de sociedades con capitales ficticios

Salidas laborales del Derecho Societario

Como comentábamos antes, la tasa de empleabilidad de los profesionales del derecho es muy alta, más aún cuando se cuenta con estudios de especialización como un diploma, posgrado o máster. Además, es un área de conocimiento en el que siempre hay que estar en contante actualización ya que se producen grandes cambios legislativos. Es decir, los profesionales del derecho deben ser personas proactivas y con entusiasmo por aprender constantemente.

En la UNIA, nos preocupamos por el éxito profesional de nuestros estudiantes y buscamos ofrecer la mejor especialización. A través de este Diploma de especialización en Derecho Societario, nuestros estudiantes podrán acceder a puestos como:

  • Abogado mercantil
  • Asesor judicial
  • Auditor
  • Responsable del departamento de contratación mercantil

Estos puestos (y otros muchos) pueden ser ocupados tanto directamente en una empresa como de forma externa en bufetes especializados.

Especialízate en Derecho Societario con la UNIA

En la Universidad Internacional de Andalucía consideramos que el Derecho Societario es una de las ramas del ejercicio de la abogacía con más proyección y en la que, quizá por su dificultad, existen menos profesionales.

Es por esto que te animamos a formarte con este posgrado, que comienza su 15ª edición en Enero de 2024 ¡con modalidad virtual!

Está formado por 3 módulos independientes y está impartido por profesionales que se dedican a la materia como abogados y jueces.

Desde la UNIA queremos ayudarte a alcanzar el éxito profesional y orientarte en toda tu etapa de especialización. Te dejamos un formulario de contacto para que puedas solicitar información sobre este posgrado ¡sin compromiso! Nuestros agentes te resolverán todas las dudas.

 

CRISPR-Cas9 es una herramienta de edición genética que permite modificar con gran precisión el ADN de una planta para obtener cambios concretos en sus características. En biotecnología vegetal se ha convertido en una pieza clave porque acelera la mejora de cultivos frente a retos urgentes como el cambio climático, las enfermedades emergentes o la necesidad de producir alimentos más nutritivos y sostenibles.

A diferencia de la transgénesis clásica, CRISPR puede generar pequeñas modificaciones en genes propios de la planta sin introducir ADN de otras especies, lo que abre la puerta a mejoras más rápidas y específicas. En este artículo vamos a ver, paso a paso, cómo funciona CRISPR en plantas desde que se elige un gen hasta que se valida una línea editada.

¿Qué es CRISPR-Cas9?

CRISPR-Cas9 es un sistema de edición genética inspirado en un mecanismo natural de defensa de bacterias. En plantas —igual que en otros organismos— funciona como unas “tijeras moleculares” capaces de cortar el ADN en un punto exacto del genoma.

Para lograrlo intervienen dos componentes principales:

  • ARN guía (gRNA): una molécula diseñada para reconocer una secuencia concreta del ADN vegetal. Es la que “lleva” al sistema hasta el gen que queremos modificar.

  • Proteína Cas9: la enzima que realiza el corte en el lugar señalado por el ARN guía.

En biotecnología vegetal, esta precisión permite actuar sobre genes asociados a rasgos agronómicos relevantes (resistencia a patógenos, tolerancia a sequía, calidad del fruto, etc.) y generar nuevas variedades de forma mucho más dirigida que con técnicas de mejora tradicionales.

Diferencia entre CRISPR y transgénesis

La diferencia clave está en el tipo de cambio genético que se produce:

  • CRISPR suele generar modificaciones puntuales en genes propios de la planta: apagar un gen, corregir una mutación o cambiar una región concreta del ADN.

  • La transgénesis clásica introduce material genético externo (a veces de otra especie) para añadir una función nueva.

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En la práctica, esto significa que CRISPR puede producir plantas con cambios equivalentes a los que podrían aparecer de forma natural o por mutagénesis, pero de manera mucho más rápida y controlada. El resultado final depende del diseño experimental, pero el objetivo habitual es ajustar con precisión rasgos ya existentes en el genoma vegetal.

Cómo funciona CRISPR en plantas

Una vez entendidos los componentes, el funcionamiento de CRISPR-Cas9 en una planta se puede resumir como un proceso de reconocimiento dirigido y corte preciso del ADN.

  1. El ARN guía localiza el gen objetivo.
    El gRNA está diseñado para ser complementario a una secuencia concreta del genoma vegetal. Cuando entra en la célula junto con Cas9, actúa como “GPS molecular”: se une solo al tramo de ADN que coincide con su secuencia.

  2. Cas9 verifica el punto de corte mediante la señal PAM.
    Para que Cas9 corte, el ADN objetivo debe incluir cerca una pequeña secuencia llamada PAM (Protospacer Adjacent Motif). Esta señal funciona como un requisito de seguridad: sin PAM, Cas9 no corta aunque el gRNA reconozca el sitio. Por eso el diseño de las guías siempre tiene en cuenta dónde hay PAM disponibles en el gen.

  3. Cas9 corta el ADN en el punto exacto.
    Cuando el gRNA se acopla al ADN y Cas9 reconoce la PAM, la proteína realiza un corte en ambas hebras del ADN. En ese momento, el sistema CRISPR ya ha hecho su parte: provocar una ruptura dirigida.

A partir de aquí, el resultado final no depende de Cas9, sino de cómo la planta repara ese corte. Y esa reparación es lo que genera la edición genética.

Qué ocurre tras el corte: reparación del ADN y tipos de edición

Las células vegetales, como cualquier célula viva, no pueden dejar el ADN roto. Por eso activan sus mecanismos naturales de reparación, que son los que determinan qué tipo de edición se obtiene.

1. Reparación por NHEJ (unión de extremos no homólogos).
Es la vía más frecuente en plantas. La célula vuelve a unir los extremos del ADN roto de forma rápida pero imperfecta. En ese proceso suelen aparecer pequeñas inserciones o deleciones (indels).

  • Qué consigue: a menudo interrumpe el gen, dejando su función “apagada” (knock-out).

  • Por qué es útil: es el método más sencillo para eliminar genes que causan susceptibilidad a patógenos, limitan tolerancia al estrés, etc.

2. Reparación por HDR (recombinación dirigida).

Esta vía es menos eficiente en plantas, pero permite cambios más precisos. Para que ocurra, se aporta una plantilla de ADN con la secuencia deseada, y la célula la usa como guía para reparar.

  • Qué consigue: corregir una mutación concreta o introducir un cambio exacto en el gen (por ejemplo, modificar un aminoácido clave).

  • Limitación: requiere condiciones experimentales más finas y suele ser el cuello de botella cuando se buscan ediciones de precisión absoluta.

En resumen, CRISPR no “reescribe” directamente el ADN: provoca un corte en un sitio elegido, y la planta, al repararlo, genera la modificación genética. Controlar qué vía de reparación predomina es una parte central del diseño experimental en biotecnología vegetal.

Por qué editar plantas tiene sus propias reglas

Aunque el mecanismo CRISPR-Cas9 es universal, editar plantas no es igual que editar bacterias o animales. Hay tres razones principales:

  1. La pared celular es una barrera física.
    Las células vegetales están rodeadas por una pared rígida que dificulta la entrada de moléculas grandes como Cas9 y el ARN guía. Por eso, en plantas, una parte crítica del experimento es cómo introducir el sistema CRISPR dentro de la célula.

  2. Hay que regenerar una planta completa a partir de células editadas.
    En la mayoría de especies, la edición ocurre en unas pocas células. Para obtener una línea estable, esas células deben regenerar una planta entera mediante cultivo in vitro (callos, embriogénesis somática, brotes). Esto depende mucho de la especie y del genotipo, y suele ser uno de los cuellos de botella.

  3. Pueden aparecer quimeras y, en cultivos poliploides, hay varias copias del gen.
    Si no todas las células se editan igual, la planta regenerada puede ser un mosaico (quimera). Además, en muchas plantas agrícolas hay duplicaciones génicas o poliploidía, lo que obliga a editar varias copias para ver un fenotipo claro.

Estas particularidades explican por qué el “cómo introducir CRISPR” y el “cómo regenerar” son tan importantes en biotecnología vegetal.

Cómo se introduce CRISPR en células vegetales (delivery)

Para que CRISPR funcione, Cas9 y el ARN guía tienen que llegar al núcleo de una célula vegetal. En plantas se usan varias estrategias de entrega, elegidas según el cultivo, el objetivo y la infraestructura disponible.

1. Transformación con Agrobacterium tumefaciens
Es el método más utilizado en muchas dicotiledóneas. Se introduce un vector con las secuencias que codifican Cas9 y el gRNA, y Agrobacterium las transfiere a la célula vegetal.

  • Ventajas: alta eficiencia en especies sensibles, integración estable, coste relativamente bajo.
  • Limitaciones: no funciona igual de bien en todas las especies; requiere regeneración posterior.

2. Biobalística (pistola de genes)
Consiste en “disparar” microproyectiles recubiertos con ADN o con complejos Cas9–gRNA a tejidos vegetales. Es muy útil en especies donde Agrobacterium es menos eficaz (por ejemplo, algunos cereales).

  • Ventajas: aplicable a muchas especies, incluso recalcitrantes.
  • Limitaciones: puede generar inserciones múltiples o daños en el tejido; requiere optimización fina.

3. Protoplastos y entrega directa de RNP
Si se elimina la pared celular se obtienen protoplastos, a los que se puede introducir CRISPR en forma de complejo ribonucleoproteico (RNP: Cas9 + gRNA ya ensamblados) mediante PEG, electroporación u otros métodos.

  • Ventajas: ediciones rápidas y, a menudo, sin dejar ADN externo (muy útil si se busca una edición “DNA-free”).
  • Limitaciones: regenerar plantas completas desde protoplastos es difícil en muchas especies agrícolas.

En la práctica, estas vías se combinan con cultivo in vitro y selección de líneas editadas. Por eso, el delivery no es un detalle técnico: es una parte central del éxito del CRISPR vegetal y condiciona qué tipo de edición se puede lograr en cada cultivo.

¿Qué permite hacer CRISPR en plantas?

Cuando CRISPR-Cas9 se aplica a plantas, el objetivo no es solo “editar por editar”, sino modificar genes concretos para mejorar rasgos agronómicos de interés. De forma resumida, esta tecnología permite:

  • Aumentar la resistencia a enfermedades y plagas.
    Se pueden editar genes implicados en la susceptibilidad a patógenos (hongos, bacterias, virus o nematodos), reduciendo pérdidas y dependencia de fitosanitarios.

  • Mejorar la tolerancia a estrés ambiental.
    CRISPR permite ajustar rutas genéticas relacionadas con sequía, calor, salinidad o frío, favoreciendo cultivos más resilientes en escenarios de cambio climático.

  • Incrementar el valor nutricional o funcional de los alimentos.
    Es posible modificar genes que controlan vitaminas, minerales, compuestos antioxidantes o metabolitos de interés, orientándose a biofortificación.

  • Optimizar rendimiento y rasgos agronómicos.
    Desde tamaño y calidad del fruto hasta eficiencia en uso de agua o nutrientes, CRISPR permite cambios dirigidos en caracteres complejos.

  • Reducir compuestos no deseados.
    Puede emplearse para disminuir alérgenos, toxinas naturales o componentes que afectan a la digestibilidad o vida útil poscosecha.

En otras palabras, CRISPR habilita una mejora vegetal de precisión, donde se actúa sobre genes específicos para obtener fenotipos concretos, de forma más rápida y controlada que con la mejora clásica.

Y como esta herramienta se está usando también en otros ámbitos de la biotecnología más allá de las plantas, en nuestro blog hemos recopilado aplicaciones de CRISPR en biotecnología avanzada, con ejemplos concretos.

Workflow real paso a paso de un CRISPR vegetal

En biotecnología vegetal, aplicar CRISPR no es un acto único, sino un flujo de trabajo completo que va desde la pregunta biológica hasta la validación de una nueva línea. De forma simplificada, el proceso real suele seguir estos pasos:

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  1. Definir el rasgo y el gen objetivo.
    Todo empieza con una hipótesis clara: qué rasgo se quiere mejorar (resistencia, tolerancia a estrés, calidad, etc.) y qué genes están implicados. Aquí se apoya en bibliografía previa, ómicas y evidencia funcional.

  2. Diseñar una o varias guías (gRNA).
    Se seleccionan secuencias guía que reconozcan de forma específica el gen objetivo, evitando regiones parecidas en el genoma que puedan generar cortes no deseados. Cuando el gen tiene varias copias, es habitual diseñar guías múltiples.

  3. Elegir el formato de edición.
    Según el objetivo, se decide si se busca:

    • un knock-out (lo más común, vía NHEJ),
    • una modificación precisa (HDR),
    • o ediciones más avanzadas (base-editing, prime-editing).
      Esta decisión condiciona el diseño experimental.

  4. Construir el sistema CRISPR.
    Se prepara el vector con Cas9 y gRNA para transformación estable, o bien el complejo RNP listo para introducción directa (edición “DNA-free”).

  5. Introducir CRISPR en el material vegetal (delivery).
    Se elige el método más adecuado según especie y tejido: Agrobacterium, biobalística o protoplastos. En esta fase es clave optimizar condiciones porque la eficiencia puede variar mucho entre cultivos.

  6. Regenerar plantas completas a partir de células editadas.
    Las células transformadas se cultivan in vitro para inducir callo, brotes y raíces hasta obtener plantas regeneradas. Este paso es crítico: algunas especies regeneran con facilidad y otras son mucho más recalcitrantes.

  7. Seleccionar y detectar las líneas editadas.
    Se emplean marcadores de selección (si hay vector) y/o cribados moleculares. Se confirma la edición mediante PCR, secuenciación y análisis del locus editado.

  8. Validar el fenotipo.
    No basta con editar: hay que comprobar qué efecto tiene el cambio genético. Se realizan ensayos controlados (invernadero, cámaras climáticas) y se mide el rasgo objetivo.

  9. Generar líneas estables y evaluar en condiciones reales.
    Si el resultado es prometedor, se estabiliza la edición en generaciones posteriores y se pasa a ensayos más cercanos a campo o escala productiva.

En conjunto, este workflow muestra por qué CRISPR en plantas es una tecnología potente pero también exigente: su éxito depende tanto del diseño molecular como de la biología regenerativa y del contexto agronómico.

Mini-ejemplo en cultivos mediterráneos: editar tolerancia a sequía en tomate

Para entender cómo se aplica este flujo en la práctica, pensemos en un caso sencillo y realista para el contexto mediterráneo: mejorar la tolerancia a sequía en tomate, un cultivo clave en Andalucía y especialmente sensible al estrés hídrico.

  1. Rasgo y gen objetivo.
    El punto de partida es identificar un rasgo medible: plantas que mantienen rendimiento con menos agua. A partir de estudios previos (y a menudo transcriptómica en condiciones de sequía) se selecciona un gen candidato implicado en la regulación de la pérdida de agua o en la respuesta al estrés, por ejemplo un regulador negativo de la vía ABA.

  2. Diseño de guías gRNA.
    Se diseñan una o varias guías para cortar regiones críticas del gen con alta probabilidad de generar un knock-out vía NHEJ. Si hay genes similares en el genoma, se eligen guías que minimicen cortes fuera de objetivo.

  3. Construcción del sistema CRISPR.
    Se prepara un vector con Cas9 y las guías seleccionadas, orientado a transformación estable del tejido vegetal.

  4. Delivery a células vegetales.
    En tomate suele funcionar bien Agrobacterium tumefaciens. Se infectan explantos (por ejemplo, segmentos de hoja o hipocótilo) para transferir el sistema CRISPR a células capaces de regenerar.

  5. Regeneración in vitro.
    Tras la transformación, los explantos se cultivan en medios con hormonas para inducir callo y brotes. De esos brotes se obtienen plantas completas (T0).

  6. Detección de líneas editadas.
    Se analiza el locus objetivo con PCR y secuenciación. Se seleccionan plantas con la edición esperada (por ejemplo, pequeñas deleciones que inactivan el gen).

  7. Validación fenotípica.
    Las líneas editadas se someten a ensayos de sequía controlada en invernadero: se compara su crecimiento, uso de agua y rendimiento con plantas no editadas. Si la inactivación del gen funciona como se esperaba, las plantas editadas mantienen mejor su estado hídrico y su producción bajo estrés.

  8. Estabilización y evaluación.
    Las mejores líneas se estabilizan en generaciones siguientes (T1/T2) y, si el rasgo es consistente, se pasa a condiciones más cercanas a campo.

Este ejemplo muestra algo importante: CRISPR no “crea” un rasgo desde cero, sino que permite ajustar con precisión genes ya implicados en respuestas naturales de la planta. En cultivos mediterráneos, donde sequía y calor son factores limitantes, esta capacidad de edición dirigida es una de las vías más prometedoras para la mejora vegetal de la próxima década.

La inteligencia artificial (IA) ha llegado también a las aulas de idiomas: corrige textos, genera actividades y permite practicar la pronunciación. Al mismo tiempo, el profesorado sigue lidiando con grupos numerosos, poco tiempo y la sensación de que “hay que ponerse al día” sin perder de vista lo esencial: que el alumnado aprenda a comunicarse mejor.

Más que preguntarse si la IA funciona, muchas docentes se preguntan cómo utilizarla con sentido pedagógico: qué puede aportar realmente, cuáles son sus límites y cómo evitar que se convierta en un atajo para hacer tareas sin aprender.

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